Evolucion baterías coches eléctricos desde el siglo XX

Ariadna Arias - JUNIO 2, 2025 - Movilidad sostenible

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Si piensas en un coche eléctrico, probablemente visualizas una autonomía decente y una carga rápida… pero hace apenas unos años ese pensamiento habría sonado a ciencia ficción. La evolución batería y autonomía en coches eléctricos ha sido tan rápida como sorprendente. A comienzos del siglo XXI, un eléctrico moderno apenas superaba los 100 km por carga, pero hoy muchos modelos superan los 500 km sin despeinarse. La clave ha sido el salto desde baterías pesadas y lentas hacia tecnologías más compactas, duraderas y rápidas de recargar.

En esta línea, el avance en autonomía ha sido brutal: si hace una década la media estaba en torno a los 135 km, ahora supera los 450 km en condiciones reales. Además, la caída del precio por kWh ha disparado la densidad energética de los packs, permitiendo coches más ligeros y baratos, sin perder rendimiento. Pero el presente no es la meta: el futuro apunta hacia baterías de estado sólido y químicas emergentes como el sodio, que prometen autonomías aún mayores y recargas instantáneas. El progreso no se detiene, ¡veamos cómo!

De los primeros eléctricos modernos a las baterías actuales

Los inicios: autonomía limitada y baterías de plomo-ácido

La historia reciente de la evolución batería y autonomía en coches eléctricos arranca con modelos que, vistos desde hoy, parecen casi experimentales. A finales del siglo XX y principios del XXI, los eléctricos que llegaban al mercado utilizaban baterías de plomo-ácido o níquel-metal hidruro. Eran pesadas, con poca densidad energética y una autonomía real que raramente superaba los 80 o 100 km. Además, la recarga podía llevar entre seis y ocho horas, lo que limitaba su uso a desplazamientos urbanos muy concretos.

Aquellos primeros pasos sirvieron para demostrar que la movilidad eléctrica era posible, pero también dejaron claro que las baterías eran el gran cuello de botella. El peso, la baja eficiencia y la escasa durabilidad hacían difícil competir con los coches de combustión.

La llegada del ion-litio y el cambio de paradigma

El verdadero salto llegó con la implantación de las baterías de ion-litio en el sector del automóvil. Más ligeras, con mayor densidad energética y capaces de soportar cientos de ciclos de carga sin degradarse de forma drástica, marcaron un antes y un después. La autonomía media se duplicó, pasando de los 100 km a cifras en torno a los 250–300 km en los primeros modelos que adoptaron esta tecnología.

Además, el ion-litio permitió potencias de carga mucho mayores, reduciendo el tiempo de espera en comparación con las químicas anteriores. Esto abrió la puerta a viajes más largos y convirtió a los eléctricos en una opción real para un público más amplio.

Baterías de mayor capacidad

Hoy, la evolución batería y autonomía en coches eléctricos ha alcanzado un punto en el que muchos modelos superan los 500 km homologados, y algunos incluso se acercan a los 700 km en ciclos de prueba optimistas. La combinación de baterías de mayor capacidad, a menudo por encima de los 80 kWh, y una mejor eficiencia en los motores eléctricos ha hecho que la ansiedad por la autonomía sea mucho menor que hace una década. Incluso modelos más asequibles ofrecen autonomías reales de 350 a 450 km, más que suficiente para la mayoría de conductores.

Otro gran salto ha sido la velocidad de carga. Lo que antes requería toda una noche, ahora puede lograrse en menos de media hora en cargadores de alta potencia. Las redes de carga ultrarrápida, junto con sistemas de gestión térmica por refrigeración líquida, permiten mantener la batería en su rango óptimo de temperatura, mejorando la seguridad y alargando su vida útil. Además, el software inteligente de los coches regula la potencia para evitar un desgaste prematuro, algo que hace pocos años ni se contemplaba.

Cómo funciona la batería de un coche eléctrico actual

La batería de un coche eléctrico es como el depósito de combustible de un vehículo de gasolina, pero en vez de almacenar litros, guarda energía eléctrica. Está formada por cientos o miles de pequeñas celdas parecidas a pilas recargables agrupadas en módulos. Juntas forman el pack de batería, que normalmente se instala en la parte baja del coche para bajar el centro de gravedad y mejorar la estabilidad.

Cada celda contiene dos electrodos (ánodo y cátodo) y un electrolito que permite el movimiento de los iones de litio. Cuando “cargas” el coche, la corriente eléctrica hace que los iones se muevan desde el cátodo hacia el ánodo, almacenando energía. Cuando conduces, el proceso se invierte: los iones regresan al cátodo y liberan electrones, que viajan por un circuito externo para alimentar el motor eléctrico.

Este flujo de energía lo controla una unidad llamada BMS (Battery Management System), que actúa como cerebro de la batería. El BMS regula la carga y descarga, controla la temperatura, evita sobrecargas o descargas profundas y equilibra el voltaje entre todas las celdas para que trabajen de forma uniforme.

En paralelo, un sistema de refrigeración por aire o, en la mayoría de modelos actuales, por líquido, mantiene la batería en un rango de temperatura óptimo (normalmente entre 20 y 40 °C). Esto es clave para que la batería dure más y cargue de forma segura, especialmente en cargas rápidas, que generan mucho calor.

Cómo funciona la batería de un coche eléctrico

Resumen visual: celdas → energía → motor, con control del BMS y refrigeración

1) ¿Qué es el “pack” de batería?

Está formado por muchas celdas (como pilas recargables) agrupadas en módulos. Van montadas en el suelo del coche para bajar el centro de gravedad y mejorar la estabilidad.

Celda: unidad básica que almacena energía química.
Módulo: conjunto de celdas con sensores.

2) Cómo almacena y libera energía

Cada celda tiene ánodo, cátodo y electrolito. Al cargar, los iones se mueven hacia el ánodo y guardan energía. Al conducir, regresan al cátodo y liberan electrones que alimentan el motor eléctrico.

Traducción rápida: enchufas → la batería “se llena”; pisas el acelerador → la batería “entrega” energía al motor.

3) El cerebro: BMS (Battery Management System)

El BMS controla voltajes y temperatura, equilibra celdas y evita sobrecargas o descargas profundas. Gracias a él, la batería dura más y el coche indica una autonomía fiable.

  • Protege la batería en cargas rápidas.
  • Gestiona el % de carga (SoC) y la salud (SoH).
  • Optimiza energía para el motor y sistemas del coche.

4) Refrigeración y vida útil

La mayoría usa refrigeración líquida para mantener la batería en su rango ideal (≈20–40 °C). Esto mejora rendimiento, seguridad y velocidad de carga, y reduce la degradación con el tiempo.

Carga rápida sin sobrecalentar
Mayor estabilidad en climas extremos

5) De la batería a las ruedas

La energía pasa del pack al inversor, que convierte corriente continua (DC) en alterna (AC) para el motor. El motor mueve las ruedas y, al soltar el acelerador, la frenada regenerativa devuelve energía a la batería.

Cadena simple: Batería → Inversor → Motor → Ruedas → (al frenar) Ruedas → Motor → Batería.

6) Autonomía y carga en el día a día

La autonomía depende de la capacidad (kWh), la eficiencia del coche, tu forma de conducir, el clima y el uso de climatización. La carga doméstica (lenta) cuida la batería; la rápida es para viajes y requiere buen control térmico.

Consejo: carga a diario entre 20–80 % para alargar la vida útil.
Viajes: usa carga rápida y planifica paradas.
Resumen rápido: la batería almacena energía, el BMS la gestiona, la refrigeración la protege y el inversor alimenta el motor. Así se consigue una conducción silenciosa, eficiente y con regeneración al frenar.

El futuro de las baterías y la autonomía

Las próximas generaciones de baterías emplearán electrolitos sólidos en lugar de líquidos o geles. Estos packs prometen mayor densidad energética, recargas más rápidas (en algunos casos, del 15 % al 90 % en menos de 20 minutos) y mejor resistencia a temperaturas extremas. Varios fabricantes ya están probando prototipos: Mercedes los está testando en modelos de la gama EQ, mientras que Nissan tiene en marcha una línea piloto para producir coches con esta tecnología en serie a partir de 2028–2029. En paralelo, marcas como BYD, Toyota o Stellantis tienen cronogramas que apuntan a prototipos entre 2025 y 2027 y producción en serie alrededor de 2030.

Más allá del litio, las baterías de ion-sodio están ganando terreno, especialmente para modelos de acceso o usos en climas fríos. Se fabrican con materiales más abundantes y menos costosos, aunque por ahora ofrecen menor densidad energética. Compañías lideran su producción en cadena desde 2025. Además, hay avances en baterías basadas en grafeno u otras químicas experimentales que, de consolidarse, podrían reducir costes y mejorar ciclos de vida, aunque aún están en fase de laboratorio.

A medio plazo, ya se proyectan eléctricos capaces de recorrer 1.000 km con una sola carga, gracias a estas nuevas baterías. Incluso se especula con autonomía que supere esa cifra con tecnologías emergentes. La carga inalámbrica y la expansión de redes ultrarrápidas también juegan su papel, reduciendo tiempos de espera y aumentando comodidad. En pocos años, la autonomía dejará de ser un argumento de compra: el coche eléctrico llegará a alcanzar o incluso superar al vehículo convencional en comodidad y eficiencia de uso

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