Europa: Nuevo impuesto del CO2 en 2027

Ariadna Arias - NOVIEMBRE 21, 2025 - Movilidad sostenible

Nuevo impuesto del CO2

Llenar el depósito va a salir más caro. La Unión Europea planea aplicar un nuevo impuesto del CO2 que encarecerá la gasolina y el diésel a partir de 2027. Aunque todavía no hay una cifra exacta, las primeras estimaciones hablan de un aumento de al menos 11 céntimos por litro, que podría llegar a ser mucho mayor con el paso del tiempo.

Detrás de esta medida no hay una decisión aislada: es una estrategia europea más amplia para reducir las emisiones contaminantes. El objetivo es claro: que quien contamine, pague. Pero, claro, al final del día, esta medida tendrá un gran peso en el bolsillo de los consumidores.

¿Por qué la UE quiere cobrar un impuesto al CO₂?

La medida forma parte de una gran reforma del sistema europeo de comercio de emisiones, conocido como ETS (Emissions Trading System). Hasta ahora, este sistema solo afectaba a grandes industrias o compañías eléctricas, es decir, a los grandes emisores de CO₂. Sin embargo, en 2027 entrará en vigor una nueva versión, el ETS2, que ampliará su alcance a sectores que habían quedado fuera, como el transporte por carretera y los combustibles domésticos. En la práctica, esto significa que el uso de gasolina, diésel o gas para calentar viviendas también tendrá un coste añadido por las emisiones que genera.

En otras palabras: los combustibles fósiles empezarán a pagar por el CO₂ que liberan. Y aunque el impuesto se aplicará directamente a los proveedores de combustible (gasolineras, distribuidores, refinerías…), todo apunta a que ese sobrecoste acabará repercutiendo al consumidor final.

¿Cómo funcionará el nuevo sistema ETS2?

El funcionamiento del ETS2 es bastante sencillo de entender, aunque suene a tema de economistas. A partir de 2027, las empresas que vendan combustibles en la Unión Europea tendrán que comprar “derechos de emisión” por cada tonelada de CO₂ que se genere con los productos que comercialicen. Estos derechos se comprarán mediante subastas, lo que significa que su precio podrá subir o bajar dependiendo de la oferta y la demanda. En teoría, si el precio de los derechos sube, también subirá el precio del combustible.

Por ahora, la Comisión Europea estima que el precio inicial podría rondar los 45 o 48 euros por tonelada de CO₂, lo que se traduciría en unos 0,11 €/litro de gasolina y 0,13 €/litro de diésel. Pero no todos los expertos son tan optimistas: consultoras como BloombergNEF prevén que el precio del carbono podría llegar a 122 euros por tonelada en 2030, lo que haría que los combustibles subieran todavía más.

El sistema incluye, eso sí, algunos mecanismos para evitar que los precios se disparen. Habrá una Reserva de Estabilidad del Mercado, que permitirá liberar más permisos de emisión si el coste se eleva demasiado rápido. Y también un Fondo Social para el Clima, con más de 86.000 millones de euros entre 2026 y 2032, destinado a ayudar a las familias más vulnerables y a las pequeñas empresas a afrontar la subida de costes.

¿Cuánto subirá realmente la gasolina?

Esa es la gran pregunta, y la más difícil de responder.
Según la Comisión Europea, el aumento medio esperado sería de 11 céntimos por litro de gasolina y 13 céntimos por litro de diésel, pero algunas asociaciones de transportistas y distribuidores calculan que la subida real podría ser bastante mayor. El diario ABC recogía estimaciones que apuntan a un encarecimiento de entre 0,15 y 0,25 €/litro, dependiendo de cómo se comporten los precios del carbono en el mercado. Y en los escenarios más extremos, donde el coste de los derechos de emisión suba mucho o haya especulación, el aumento podría llegar hasta 45 céntimos por litro.

En la práctica, eso significa que llenar un depósito de 50 litros podría costar entre 5 y 10 euros más que hoy. Y no solo afectaría a los conductores particulares, sino también a los transportistas, que verían dispararse los gastos de combustible y, por tanto, los costes logísticos.

¿Qué impacto tendrá en la vida cotidiana?

El precio de la gasolina es solo la punta del iceberg. Si transportar mercancías cuesta más, los precios de los productos que compramos también suben. En otras palabras: el nuevo impuesto al CO₂ puede empujar la inflación. El Banco de España ya ha advertido que, cuando entre en vigor el ETS2, la inflación podría repuntar hasta el 2,5 % en 2027, tras un año 2026 más estable. En Bélgica, los cálculos son aún más concretos: un hogar medio podría pagar entre 250 y 400 euros más al año solo por el aumento de los costes energéticos.

Además, hay que tener en cuenta que el ETS2 también encarecerá el gas natural y otros combustibles utilizados en calefacción o generación térmica, por lo que el impacto será más amplio de lo que parece.

La UE intentará amortiguar parte del golpe con el Fondo Social para el Clima, pero ese dinero se distribuirá entre los Estados miembros y su efectividad dependerá de cómo gestione cada país los recursos.

Aunque a corto plazo pueda parecer una mala noticia para los bolsillos, el objetivo de este impuesto es acelerar la descarbonización. Europa se ha comprometido a alcanzar la neutralidad climática en 2050, y para ello necesita reducir las emisiones de todos los sectores, incluido el transporte, que representa casi una cuarta parte del CO₂ total emitido en el continente.

Con este sistema, Bruselas pretende incentivar el cambio hacia energías más limpias: coches eléctricos, combustibles sintéticos, biogás o transporte público de bajas emisiones. Al encarecer los combustibles fósiles, la UE busca que los ciudadanos y las empresas den el salto hacia opciones más sostenibles.

Un impuesto con doble filo

En teoría, el ETS2 persigue un fin noble: reducir la contaminación y fomentar el cambio tecnológico. Pero en la práctica, también puede tener efectos sociales y económicos difíciles de gestionar.

Si los precios del carbono suben demasiado rápido, las familias con menos recursos serán las primeras afectadas. Por eso, los gobiernos nacionales deberán vigilar el impacto del nuevo impuesto y usar el Fondo Social de forma eficaz para evitar que la transición energética se convierta en una carga desigual.

En cualquier caso, el mensaje es claro: a partir de 2027, llenar el depósito será más caro. También será más urgente avanzar hacia una movilidad eléctrica, eficiente y, sobre todo, menos dependiente de los combustibles fósiles.

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