Crecimiento de la movilidad eléctrica y las redes eléctricas

Ariadna Arias - SEPTIEMBRE 15, 2025 - Movilidad sostenible

Crecimiento de la movilidad eléctrica

Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, 2025), en 2024 circulaban ya más de 40 millones de vehículos eléctricos en las carreteras, con previsiones de superar los 250 millones en 2035. El crecimiento masivo de los vehículos eléctricos plantea un desafío sin precedentes para la red eléctrica, que debe adaptarse para soportar una demanda cada vez mayor, garantizar la estabilidad del suministro y al mismo tiempo integrar más energías renovables. Europa, Estados Unidos y Asia ya están acelerando planes para reforzar sus sistemas eléctricos y evitar que el auge de los coches eléctricos se convierta en un problema de saturación.

Veamos cómo la red eléctrica se adapta al crecimiento de la movilidad eléctrica.

Desafíos de infraestructura para el crecimiento de la movilidad eléctrica

Cuando los vehículos de gasolina necesitan repostar, van a las gasolineras. Pero cuando lo necesitan los coches eléctricos, se conectan a la red. Si millones de usuarios enchufan sus coches al mismo tiempo (por ejemplo, al llegar a casa por la tarde), se generan picos de demanda que las redes de distribución tradicionales no siempre están preparadas para gestionar, así como en su día la red de gasolineras no era suficiente para afrontar la demanda de los coches de combustión y tuvo que ponerse a la altura.

Uno de los principales problemas es que la infraestructura actual, especialmente en redes de baja tensión, no fue diseñada para soportar este tipo de cargas adicionales. Según un informe del Parlamento Europeo, Europa se enfrenta a “cuellos de botella” en la conexión de nuevas instalaciones eléctricas debido a la congestión en la red y la lentitud de permisos, lo que retrasa la entrada en operación de cargadores rápidos y estaciones de carga para flotas.

Otro reto son los tiempos de espera en la cadena de suministro eléctrica. En Europa, la instalación de nuevas subestaciones puede tardar entre 5 y 8 meses, mientras que la fabricación de transformadores supera en ocasiones los 20 meses, según un análisis del sector energético (CWIEME) Esta escasez de componentes retrasa proyectos de recarga y eleva los costes para operadores y empresas eléctricas.

Expansión necesaria de puntos de carga eléctrica

Tener coches disponibles pero sin suficientes puntos de carga sería como tener gasolineras sin surtidores: un cuello de botella para la transición energética. Por eso, uno de los grandes desafíos actuales es acelerar la instalación de cargadores públicos y privados a un ritmo que acompañe la creciente demanda.

En Europa, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) estima que se necesitarán 8,8 millones de cargadores públicos para 2030, frente al poco más de un millón disponibles en 2024. Aunque en 2024 se instalaron unos 18.250 puntos de carga por semana, el ritmo aún es insuficiente para alcanzar los objetivos marcados. Un informe de Gridx coincide en que Europa está avanzando, pero todavía va rezagada respecto a las necesidades futuras.

La regulación también juega un papel decisivo. El Reglamento Europeo de Infraestructura para Combustibles Alternativos (AFIR) establece que para 2025 debe haber cargadores rápidos de al menos 150 kW cada 60 kilómetros en los corredores transeuropeos de transporte. Además, a partir de 2027, las estaciones deberán ofrecer cargadores de 400 a 600 kW, capaces de recargar baterías de gran capacidad en pocos minutos. Es decir, ya no estamos hablando de que haya que expandir los puntos de carga porque sí: la regulación lo está exigiendo.

También existe el problema de que el despliegue no es homogéneo. Países como Países Bajos, Alemania o Francia concentran la mayoría de cargadores rápidos, mientras que Europa del Este avanza más lentamente, lo que genera desigualdades en el acceso a la recarga. Este desequilibrio puede frenar la adopción de coches eléctricos en mercados emergentes dentro de la Unión Europea.

Por lo tanto nos hayamos, actualmente, en un escenario que necesita expandir su infraestructura de recarga pero que no llega a alcanzar los objetivos marcados.

Respuestas de compañías eléctricas y soluciones innovadoras

El reto de electrificar el transporte no recae únicamente en fabricantes de coches o en la instalación de puntos de carga: las compañías eléctricas deben asegurar que la energía llegue a millones de nuevos puntos de consumo. ¿Y cómo se están adaptando?

Una de las principales respuestas de las compañías eléctricas está en el desarrollo de redes inteligentes (smart grids), que permiten gestionar la demanda de la red para que no estalle, equilibrando la carga de vehículos eléctricos con el resto de consumos del hogar o la industria. Por otro lado, soluciones como la aplicación de tarifas dinámicas y la integración de tecnologías como el smart charging (carga inteligente) ayudan a evitar picos de consumo en horas punta.

Otra solución innovadora puesta en marcha por las eléctricas es el uso de la tecnología vehicle-to-grid (V2G), que permite que los coches eléctricos devuelvan a la red en momentos de alta demanda, convirtiendo a los coches en almacenamiento distribuido. Un ejemplo real es el acuerdo en Países Bajos entre la empresa de carsharing MyWheels y Renault, que integró 500 vehículos eléctricos con capacidad V2G para estabilizar la red local.

Las compañías eléctricas también están invirtiendo en tecnologías de resiliencia frente a amenazas climáticas y ciberataques. Tal y como destacó Barron’s, el aumento de la electrificación hace que la red eléctrica sea más crítica que nunca y que la protección frente a cortes, tormentas extremas y ataques digitales sea una prioridad, y eso es algo que las compañías saben. Un ciberataque podría dejar sin luz y transporte a toda una ciudad.

En paralelo, muchas eléctricas están explorando nuevas alianzas con fabricantes de automóviles y empresas tecnológicas para crear ecosistemas de recarga integrados. Desde el desarrollo de aplicaciones que permiten optimizar cuándo y cómo cargar el coche, hasta estaciones de recarga que combinan energía solar y almacenamiento en baterías, el sector energético avanza hacia un modelo más flexible y descentralizado.

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